sábado, 2 de agosto de 2008

VIDA




Después de todo, todo ha sido nada,

a pesar de que un día lo fue todo.

Después de nada, o después de todo

supe que todo no era más que nada.


Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».

Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».

Ahora sé que la nada lo era todo,

y todo era ceniza de la nada.


No queda nada de lo que fue nada.

(Era ilusión lo que creía todo y que,

en definitiva, era la nada.)


Qué más da que la nada fuera nada

si más nada será, después de todo,

después de tanto todo para nada.


José Hierro


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